Una venganza de la organización “los Urabeños” es la principal hipótesis de las tres que manejan las autoridades, sobre el ataque con un explosivo que dejó dos policías heridos en el corregimiento San Cristóbal, de Medellín.
Ocurrió a las 9:20 p.m. del pasado miércoles, en la vereda El Pajarito, cuando los patrulleros Henry Tobón Agudelo y Juan Carlos Garzón Rodríguez salieron a atender un llamado a la Línea 123, que advertía sobre la presencia de traficantes de droga en una esquina.
En el trayecto, según la información preliminar, les arrojaron un artefacto explosivo dentro de la patrulla, una camioneta Duster, que quedó incinerada tras el estallido. Los uniformados sobrevivieron, pero Garzón perdió una pierna y Tobón quedó con la mano izquierda fracturada y esquirlas por todas partes.
“Quien hace esto es un cobarde. Ya se activó una burbuja de Inteligencia por los organismos de seguridad, hay muchas hipótesis, todavía no se puede descartar ninguna”, dijo el alcalde Federico Gutiérrez, y anunció una recompensa de $50 millones por información.
Se conversó con investigadores de la Policía y Fiscalía, que hablaron bajo reserva de identidad por tratarse de indagaciones en curso, acerca de los posibles autores del ataque. Las sospechas recaen sobre “los Urabeños” (también llamados “Clan del Golfo”), las bandas locales que actúan en San Cristóbal y la guerrilla del Eln.
La venganza
El pasado martes, un comando de la Policía allanó una finca en el corregimiento Guadual, del municipio de Arboletes. Allí estaba Uldar Cardona Rueda, alias “Pablito”, uno de los presuntos cabecillas de “los Urabeños” en Córdoba, Bajo Cauca y Meta, celebrando el cumpleaños de su hijo.
Hubo un enfrentamiento con el anillo de seguridad y murieron Cardona y tres miembros de su escolta personal; otros tres quedaron lesionados y fueron capturados.
“Por fuentes nos enteramos que posterior a la muerte de ‘Pablito’ salió la orden de atentar contra la Policía”, precisó uno de los investigadores.
La retaliación, según esta teoría, comenzó la noche del miércoles, con el atentado en Medellín, y continuó en la tarde de ayer en el municipio de Carepa. Los patrulleros Carlos López Gómez y Adrián Gómez Almanza recorrían el barrio Gaitán a bordo de su moto, cuando sicarios motorizados les dispararon por la espalda.
Falleció López, quien era padre de tres hijos y oriundo de Corozal (Sucre), mientras que Gómez se salvó con una herida en el pómulo derecho.
“El caso de Medellín está bajo investigación, pero en el de Carepa sabemos que fue el ‘Clan del Golfo’, por la muerte de ‘Pablito’”, indicó el general Carlos Rodríguez, comandante de la Región N°6 de Policía. Añadió que este año han sido dados de baja 9 miembros de ese grupo, incluidos cabecillas como “Ramiro Bigotes” y “Cobra 2”, mientras 120 fueron detenidos.
Dos horas después del episodio en Carepa, la banda mató a otro uniformado, esta vez en el barrio Prado, de Chigorodó. El subintendente Elkin Echeverry López recibió un disparo en la cabeza cuando escoltaba un camión de gaseosas de una empresa amenazada por la facción; su compañero, el patrullero Wilder Barrios Martínez, salió herido con un tiro en la ingle.
El plan pistola, como retaliación contra las bajas de sus integrantes es una conducta que “los Urabeños” vienen aplicando desde hace años (ver el recuadro).
En el Valle de Aburrá, esa estructura cuenta con grupos aliados en los sectores periféricos, que le prestan sus servicios delictivos cada vez que se requieran (ver el mapa). Un ejemplo de esto sucedió el 1 de abril de 2016, cuando “los Urabeños” impusieron un paro armado nacional y algunos combos de Medellín, como “Limonar 1”, “Barrio Bolsa” y “Altavista”, cometieron actos terroristas en la capital antioqueña, que incluyeron cierres obligados al comercio, parálisis de las rutas de buses y la incineración de un vehículo alimentador del Metroplús.
Fuente: http://bit.ly/2pPkX5s