Una cena fastuosa en un exclusivo restaurante del norte de Bogotá, trago fino, prostitutas caras y un maletín con 20.000 dólares en efectivo. Ese fue el precio para que uno de los agentes antimafia más curtidos les metiera mano a varios procesos federales y desapareciera de los registros a un hombre que, pese a su cercanía con la mafia, nunca había sido capturado: José Bayron Piedrahíta.
Pero en menos de una semana, se opacó la buena estrella que lo acompañó por décadas, en las que hizo negocios en Cali, Urabá, Antioquia y se dio la gran vida en Madrid, Londres y Buenos Aires.
Este viernes, minutos después del amanecer, el CTI de la Fiscalía se tomó la hacienda La Contadora, en Caucasia, Antioquia, donde Piedrahíta aún dormía y le notificaron una circular roja de Interpol en su contra.
Al mismo tiempo, eran arrestados seis supuestos socios de Piedrahíta en Argentina, donde tiene propiedades y residía en lujosos hoteles. El principal blanco fue Mateo Corvo, abogado a la cabeza de megaproyectos inmobiliarios a través de los cuales se habrían lavado millones de dólares.
Tan solo cuatro días antes, el Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció que el agente especial antimafia Christopher Vincent Ciccione engañó a sus jefes y a fiscales federales alterando registros para que Piedrahíta apareciera como “persona no identificada” en un caso por narcotráfico de mayo de 1997 y que este se cerrara porque “los esfuerzos investigativos estaban agotados”.
Esa trama sirvió para que Piedrahíta, un hombre de trajes de diseñador y una colección de Rolex, lograra que se cayera una investigación en Colombia para extinguir su fortuna, tasada en más de 40.000 millones de pesos. Las joyas de su emporio eran el Frigorífico del Cauca y la Subasta Ganadera de Caucasia, que movían mensualmente miles de millones de pesos.
Amo del bajo Cauca
Aunque en el ‘indictment’ original contra Piedrahíta está ligado al capo Miguel Rodríguez Orejuela, su defensa alegaba que era un homónimo asesinado que nunca fue individualizado.
Sin embargo, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) sabía que Piedrahíta, exsubteniente del Ejército, sí tuvo nexos con el cartel de Cali desde los 90, cuando el propio Pablo Escobar lo obligó a huir de Medellín por diferencias con un pariente implicado en negocios de droga.
De hecho, tras la muerte de Escobar volvió a Antioquia, se convirtió en el amo y señor del bajo Cauca y se vanagloriaba de haber ayudado a someter a narcos de la talla de Carlos Mario Aguilar, alias Rogelio, exmiembro del CTI que dirigía la ‘oficina de Envigado’.
Se estableció que en 2008, en un viaje a Argentina, Piedrahíta le prestó un millón de dólares a ‘Rogelio’ para que pagara su defensa en Estados Unidos. A cambio, el capo le dio la finca Paraná, en Planeta Rica, Córdoba.
“Todo se hizo a través de un banco; compré acciones en Nueva York y las trasladé a Panamá. Fue una operación sana”, explicó cuando ya estaba en la mira de Washington, y explicó cómo hizo negocios con el exsenador Otto Bula.
También contó que por hacer ese “favor” a ‘Rogelio’, él entró a la Lista Clinton en 2016 como financiador de la ‘oficina’.
Pero Estados Unidos cree tener más evidencias de sus nexos con la mafia. Precisamente, su nombre quedó al descubierto en la operación Cornerstone, investigación de largo aliento que permitió desmantelar el clan de los Rodríguez.
Para ejecutar la operación asignaron a cuerpos de elite antimafia, entre ellos a Ciccione, quien era agente especial del ICE y había infiltrado bandas de narcos, interceptado cargamentos de coca e indagado sobre nexos empresariales.
Pero Ciccione se dejó tentar por Piedrahíta, quien sacó la plata del soborno de su billetera y de cajeros del parque de la 93. De hecho, fuentes cercanas a Piedrahíta dijeron que evaluó ser testigo contra el agente, pero para Estados Unidos es claro que no fue una extorsión sino un negocio.
¿Coartada?
Piedrahíta sostuvo que era un hombre de negocios de bien y que podía demostrar que lo confundían con otro. Por el contrario, dijo haberle “servido mucho a Estados Unidos” al ser intermediario en la entrega de capos como Byron Jiménez, alias Gordo Pepe, y Jesús ‘Poncho’ Berrío.
También lo vinculan con Iván Urdinola, José ‘Chepe’ Santacruz, los hermanos Castaño, Carlos Jiménez, alias Macaco y Gustavo Upegui, entre otros. Aunque admitió conocerlos, aseguró que es por sus negocios como ganadero. De hecho, hace unos meses confiaba en que todos sus procesos “se iban a caer”.
Hoy, ni él ni su defensa se han pronunciado; ya se tramita su extradición por conspiración y corrupción. Y su proceso por narcotráfico está a punto de revivir. En cuanto al agente Ciccione, su caso quedó en manos del Distrito Sur de Florida.
Fuente: http://bit.ly/2yn4Cty