Hace diez años a Rogelio Ortega le entregaron la tierra en la que hoy vive. La condición: no realizar ni permitir la explotación ilegal de oro. La compañía Mineros S.A., que antes extraía el mineral de allí, fue la que se la dio.
Su trabajo es sustituir los degradados suelos de 15 hectáreas con árboles y cultivos. Con nada más.
El pasado 31 de mayo y luego de demostrar que cumplía con todas las condiciones, a Rogelio y a otras 15 familias ubicadas en El Bagre, Zaragoza y Nechí, en el bajo Cauca antioqueño, les entregaron los derechos de propiedad de estas parcelas.
Casi 240 hectáreas otrora explotadas por la compañía antioqueña, ahora están en manos de campesinos de esta región que tienen la tarea de recuperarlas y seguir cultivando en ellas.
Carlos Mario Castaño, director ambiental de Mineros S.A., explicó que la entrega de los derechos de propiedad de estas parcelas es solo uno de los programas de recuperación ambiental que adelanta esta compañía.
Se conoce como el programa Parcelas Agroforestales y nació en el 2001.
La idea es ubicar cada año a tres familias con vocación agrícola en parcelas de propiedad de la compañía para que vivan en ellas y comiencen un proceso de reforestación y siembra de productos agrícolas.
Les entregan las tierras y se firma un contrato de aparcería con una duración de tres años.
Durante este tiempo, además de darles un auxilio económico equivalente a un salario mínimo mensual, les brindan acompañamiento y asesoría técnica para que inicien el proceso de montaje de sus cultivos.
“En estos primeros años el campesino solo debe poner la mano de obra. Después de un tiempo los vamos soltando para que se vuelvan autosuficientes y saquen adelante sus cultivos. Buscamos que vuelvan esa actividad una empresa”, cuenta Castaño.
Además, la compañía establece unas metas de productividad y rentabilidad de cada parcela, después, se estudia que los responsables de estas cumplan las condiciones. Tras ello inician un proceso de titulación de los predios para que queden a nombre de los campesinos.
Rogelio, por ejemplo, hoy tiene cultivos de frutas como guanábana, mango y piña que ahora vende, además, celebra que después de tantos años de trabajo tiene un pedazo de tierra para él, su esposa y tres hijas.
“Mucha gente me decía que para qué seguía cultivando en esta tierra si la empresa me la iba a quitar. Ya es mía y me sirve para sacar adelante a mi familia” dice el campesino.
Hasta hoy, 39 familias habitan y cultivan igual número de parcelas y 16 ya tiene en sus manos los derechos de propiedad.
“Todavía queda trabajo por hacer. Vamos a continuar con este proyecto que tiene un impacto social en la zona”, concluye Castaño.
Fuente: http://bit.ly/Tdd71V