En momentos en que en algunas regiones del país se han reducido considerablemente las acciones violentas gracias a las negociaciones de las Farc con el gobierno nacional, en otras los asesinatos, las amenazas, las extorsiones y los desplazamientos forzados siguen siendo el pan de cada día. Todo por el enfrentamiento entre las bandas criminales y las guerrillas por controlar el territorio y el narcotráfico.
Ese es el caso del municipio de El Bagre, ubicado en el Bajo Cauca antioqueño, en el que la violencia lejos de disminuir ha aumentado. Desde hace unos meses el Clan Úsuga libra una cruenta guerra contra las Farc y el ELN, que ha desplazado a 568 personas desde el 9 de enero, en medio de asesinatos y extorsiones. Aunque muchas han retornado, la tensión en la zona se mantiene.
Hasta hace unos meses se decía que los Úsuga y las Farc estaban aliados para cuidar los cultivos y mover cocaína por el río Nechí, hasta la costa Caribe para embarcarla a Centroamérica. La Gobernación de Antioquia estima que en los dos últimos años los cultivos subieron, como mínimo, un 200 por ciento. “Lo que está pasando en El Bagre es el reflejo del Bajo Cauca, la bonanza de la coca, ahora le dicen a Tarazá la capital nacional de la coca, y eso ha desatado una guerra entre los grupos armados”, le dijo a SEMANA la secretaria de Gobierno del departamento, Victoria Eugenia Ramírez.
Sin embargo, algunos campesinos han dicho que la alianza que esta bacrim tenía con las Farc se rompió cuando llegó el ELN, directo desde el sur de Bolívar, no se sabe si para trabajar de forma conjunta o para ocupar el espacio que están dejando las Farc. Incluso, se habla que muchos farianos se pasaron a las filas elenas. Esto hizo que el clan comenzara una guerra contra esas guerrillas.
A este conflicto se suma la aparición del llamado Ejército Antirrestitución, del cual no se sabe quién lo conforma. Según fuentes de la zona, este ejército y los Úsuga ya se han apoderado de los baldíos como una forma de impedir que avance el proceso para restituir las tierras a los desplazados. Además, todo parece indicar que también son los autores de las amenazas y muertes de dirigentes sociales de la región, como el asesinato del líder de derechos humanos William Castillo ocurrido en marzo pasado. Ese hecho se atribuye al Clan Úsuga, aunque esa organización criminal lo negó en un comunicado.
La presencia de los Úsuga y la disputa territorial han aumentado de tal manera la extorsión y otros delitos que, por ejemplo, recorrer el río Nechí se ha convertido en un verdadero peligro. Los viajeros y pobladores que se atreven a navegar sus aguas para llegar o salir de El Bagre corren el riesgo de que hombres encapuchados, armados con rifles de asalto, los intercepten y los despojen de sus pertenencias, les cobren extorsiones o les roben las lanchas.
Oponerse a las extorsiones es una sentencia automática de muerte. Este año, solo en Puerto Claver y Puerto López, van siete asesinatos, muchos de ellos por no pagar las vacunas que el Clan Úsuga exige. Por ejemplo, el jueves 28 de abril, hombres del Clan Úsuga remataron al exconcejal Wilson Hoyos Olano cuando lo llevaban en una lancha a El Bagre para intentar salvarlo, tras haber sido herido en el corregimiento Puerto Claver. Hoyos Olano se había negado a pagar la vacuna.
Ni siquiera la presencia de la Policía en los corregimientos, ni las capturas de 24 miembros de los Úsuga han podido contener esta ola de violencia. Incluso un habitante de Puerto Claver afirma que desde que la Policía llegó, “las cosas han estado peores, porque esos muchachos (los agentes) se mantienen ahí encerrados y les matan gente en las narices”.
Fuente: http://bit.ly/1TaQ5mp