La gente de Caucasia y su lucha contra el invierno

Puede que el río Cauca haya arrasado con las paredes, el techo, la puerta y las ventanas, pero a la peluquería "La bendición de Dios" no se la lleva ni el diablo.

En el deteriorado parque de La Madre, en el centro del municipio de Caucasia, sobrevive este negocio por la voluntad de su dueño, una clientela fiel y un milagroso árbol de higo.

"Ese palo lo sembré yo el 5 de febrero de 2009, ¿quién iba a pensá que se iba a convertí después en el techo de la peluquería?", dice el veterano Pablo Emiro Díaz Villegas , mientras desliza la máquina de motilar por la cabeza del cliente.

Para certificar su afirmación, señala con la peinilla negra la raíz de la planta, ensartada en el asfalto fragmentado, donde marcó esa fecha antes de que el cemento se endureciera.

El pasado diciembre, en medio de una temporada invernal que azotó a todo el país, el Cauca embravecido se salió de madre y devoró el mirador del malecón de este parque, llevándose al fondo los cimientos del kiosko "El Machete" y el local de Pablo Emiro.

El higo se aferró a un poste de energía, "o el poste se agarró del tronco, ¡vaya uno a sabé!", lo cierto es que hoy su follaje brinda una sombra donde la gente se refugia del agobiante sol del Bajo Cauca, al son de los vallenatos que salen del caspete vecino, en el cual se reubicó el kiosko naufragado.

El estilista, quien ha invertido 45 de sus 67 años de vida en el arte de podar cabezas, instaló bajo las ramas el sillón que alcanzó a rescatar, y contra la pared de un banco abandonado apostó la estantería de madera para los elementos de trabajo.

Pese a que el caudal amenaza con regresar por lo que resta del malecón, Pablo Emiro se aferra tanto a su empleo como ese árbol al poste moribundo.

Alarmados
Caucasia es uno de los 15 municipios de la cuenca del río Cauca que están en alerta roja desde hace más de un mes, según el Departamento Administrativo de Prevención, Atención y Recuperación de Desastres (Dapard). La alarma se debe a la alta probabilidad de nuevas inundaciones, que por lo general afectan a los barrios del sur en el casco urbano.

Algunos de esos vecindarios son La Playa, Divino Niño, La Esperanza, Las Vegas y Primero de Mayo. A muchas casas, de estratos uno y dos, les elevaron el suelo a un metro de altura para que las aguas desbordadas no hagan estragos.

Para los pobladores, el río es bendición y maldición al mismo tiempo, porque de él extraen el sustento (pesca y arena para construcción) y por él son damnificados cada seis meses.

Matando el rato a la orilla del cauce, el pescador Deiner Pineda , de 18 años, profetiza que "en junio va a vení una inundación más grande que la del año pasado", y sus colegas del barrio Divino Niño asienten de inmediato.

La vecina Mariluz Cano Mejía cuenta que en Navidad estuvo encerrada tres días en el rancho, con el agua al pecho. "Solo salí una vez a mercar, en canoa", recuerda enjuagando unos trastes.

Doña Nury Salgado , de La Esperanza, narra que la visita de la marea obligó a su familia a improvisar tambos en la sala de la vivienda, hechos con tablas y guaduas, encima de los cuales soportaron las amargas noches.

La gente enfermó, como el flaco Edwin Sampayo , que sufrió paludismo "y las pastillas eran tan fuertes que también me dio gastritis". A sus 13 años de vida asegura haber capoteado más de 10 inundaciones.

Desde la playa de La Esperanza se ve el malecón del parque de La Madre, donde, bajo la refrescante protección del higo, Pablo Emiro termina un motilado estilo militar y cobra los 4.000 pesos.

"En aquella inundación, el local en el que estuve once años se fue cayendo lentamente, saqué mis cosas y a los tres días se partió y se cayó", explica mientras sacude la capa azul con los pelos del último usuario.

A su lado, sentado en una corroída silla de plástico, Santiago Julio Cassiani comenta que pese a la tragedia sigue frecuentando el sitio por amistad con el propietario y porque "uno aquí se distrae, como el calor es tan fuerte, el árbol siempre refresca".

El jarillón prometido
En el Divino Niño, el líder comunitario Virgilio José Montalvo se queja porque después del diluvio decembrino no se han hecho obras para mitigar un próximo desastre: "Hace 12 años estamos esperando un jarillón y no ha habido ná".

Sobre el tema, el alcalde José Nadin Arabia Abisaad declara que a finales de 2011 la Asamblea Departamental aprobó un presupuesto de 5.000 millones de pesos para la construcción de una barrera que contrarreste la fuerza de las aguas en las orillas del Divino Niño, Primero de Mayo, La Esperanza, El Castillo y El Castillito.

"Pero el Gobierno Departamental retiró esa plata del presupuesto, diciendo que sería reasignada", se lamenta el burgomaestre, y declara: "Esa ilusión que tenía la gente de Caucasia se ve frustrada".

El 9 de marzo de 2012, mediante el Decreto 0720, la Gobernación de Antioquia contraacreditó los recursos para 22 proyectos por un valor total de 22.737 millones 130.564 pesos; entre esos estaba el jarillón.

La razón fue una solicitud de la Secretaría de Infraestructura Física (oficio 201200011751 del 28 de febrero anterior), para "efectuar los traslados presupuestales para cubrir el déficit de las cuentas por pagar y las reservas que no fueron financiadas, las cuales no contaron con presupuesto en la presente vigencia (año 2012)".

El director del Dapard, César Augusto Hernández C. , agrega que dicha Secretaría tenía deudas heredadas por 16 mil millones de pesos, por lo cual se le dio prioridad a los proyectos más viables, "y el jarillón no tenía ni los diseños listos".

Sin embargo, reconoce que la obra es necesaria, por lo cual se están actualizando unos diseños de hace 10 años.

En el centro del parque de La Madre hay una estatua blanca, con la imagen de una progenitora en actitud amorosa hacia dos infantes. Le da la espalda a la losa despedazada y encallada en el río. Los dineros tampoco han servido para reconstruir lo perdido aquí. "Quedé damnificao y no he recibió ni un peso", exclama el peluquero, secando el sudor de su frente.

"¡No me voy!"
El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) pronosticó el 7 de mayo que, tras disiparse el fenómeno de "La Niña 2011-2012", en junio "continuarán las lluvias normales de esta temporada y típicas en todo el territorio nacional. Para la región Andina (donde está Antioquia) las lluvias se extenderán hasta mediados de junio".

Ante los temores de los caucasianos, incluyendo al pescador Pineda, el director del Dapard reitera que una inundación más brava que la de diciembre "está descartada, podría pasar, pero los niveles del río están por debajo de los del año pasado".

El personero de Caucasia, Orlando de Jesús Ávila Villegas , dice que según los censos, de la última anegación quedaron 4.500 familias damnificadas, es decir, cerca de 20.000 personas en la cabecera municipal, sin contar las veredas.

Señala que la Alcaldía gestiona terrenos de la finca El Triángulo, en el barrio Asovivienda, con la idea de reubicar a las familias asentadas a menos de 15 metros del río y los caños. "Pero muchas de esas personas no quieren irse de ahí, por lo comercial de la zona".

Uno de esos que no se va por nada del mundo es Pablo Emiro. Contemplando el lecho tranquilo del Cauca, donde sobresale el tejar sumergido de "El Machete", empuña las tijeras y sentencia: "Yo sigo aquí, porque en el parque hay tres cosas tradicionales: la imagen de la madre, el kiosko y la peluquería 'La bendición de Dios'".

Fuente: http://bit.ly/MbElht

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