Tres tipos de irregularidades electorales detectaron las autoridades del Bajo Cauca antioqueño en la jornada.
En Caucasia, los habitantes de barrios humildes, como El Camello y la invasión La Colombianita, comentaron que dos candidatos, a través de terceros, ofrecían comprar los votos.
La oferta iba acompañada de 50.000 pesos en efectivo y un minimercado, formado por cinco libras de arroz, una de sal, una de azúcar, una panela y un tarrito de aceite.
El personero municipal, Orlando Ávila, dijo que a sus oídos llegó dicha información, pero que nadie denunció formalmente en su despacho.
La segunda modalidad ocurrió en la localidad de Cáceres. Allí la Policía sorprendió a unos tramitadores que ingresaban a los puestos de votación con varias cédulas, con la intención de votar por sus dueños en cuerpo ajeno. Un ciudadano, pescador de oficio, fue capturado por lo mismo en el corregimiento El Guarumo, cuando portaba cinco documentos de identidad. Según la Policía, fue conducido al calabozo y procesado por ocultamiento, posesión y retención ilegal de cédulas.
El tercer caso de supuesta usurpación de votos también se presentó en Cáceres. En el colegio Monseñor Gerardo Patiño, único puesto de votación del casco urbano, los jurados electorales detectaron que había personas que ingresaban con distintos ancianos y, simulando un acto de caridad, iban con ellos a los cubículos y les marcaban el tarjetón. La sospecha surgió de una mujer que ingresó con cuatro ancianos distintos. En el corregimiento Jardín, esta modalidad asumió otro tinte: se empleó un niño de 12 años, quien conducía a los ancianos y les indicaba por quién sufragar.
El coronel Álvaro Cardoz o, comandante del Distrito Especial del Bajo Cauca, tras el cierre de las urnas ratificó que no hubo alteraciones graves de seguridad. Su diagnóstico fue compartido por Nurys Escobar, alcaldesa (e) de Tarazá, quien concluyó que "no hubo ninguna situación que lamentar".
Fuente: http://bit.ly/1fjIgnB