Dos días después de la noche de terror, provocada por una inmensa llama de fuego que ni la misma gente alcanza a dimensionar y cuyos destellos fueron vistos desde sitios tan lejanos que hasta rayan con la incredulidad, el miedo está latente.
Cuatro o cinco fogatas siguen sin apagarse y el hoyo emite aullidos de un lobo gigante, acompañado de burbujas de vapor.
Unos 400 metros a la redonda se aprecian escenas dantescas en lo ambiental. El verde de la vegetación que trae el invierno está convertido en un amarillo rojizo y los pájaros y aves están tirados en el suelo.
Aunque muchos de los lugareños que habitan cerca al volcán manifiestan que en varias ocasiones, desde el año 1972, ha hecho erupción, es la primera vez que causa tanto miedo y terror, pues antes arrojaba lava, pero esta vez "fue como un monstruo que despierta de un largo y profundo sueño, iracundo tirando fuego hacia arriba".
Cuenta Óscar David Sánchez, quien vive a unos 300 metros del volcán junto a sus cuatro hijos y su esposa, que ya estaba acostado cuando escuchó un zumbido que aturdía, semejante al que se describe con un huracán.
Se asomó a la puerta y vio el cielo, a pesar de que ya estaba de noche como si hubiera amanecido. "Lo que vi fue una claridad, salí a la puerta y vi que estaba como si fuera de día, me di cuenta de que era el volcán y entonces agarre a los pelados y arranque a correr. Solo nos percatamos que estábamos en interiores cuando paramos de correr".
Pero el calor era intenso y los perseguía por más que corrían. No eran solo ellos, de todas las casas salía la gente despavorida y en esa carrera loca se caían, se tropezaban y se golpeaban con todo lo que se encontraban, entre ellas la esposa de Óscar quien se golpeó la cara con una piedra, pero eso no la detuvo.
No saben cuánto corrieron, dice Óscar, quizás unos 20 minutos hasta que ya no sintieron el "fogaje de la candela".
Según Óscar, era una bola inmensa de fuego que se alzó millas, no sabe cuántas, y que quemaba sus cuerpos. "Nos decían que no corriéramos más, que ya había pasado, pero más corríamos".
Aunque Óscar ya regresó a su casa con su familia, solo permanece de día. En la noche duerme donde un tío por el miedo que todavía los acosa.
"Sentíamos como si nos estuviéramos prendiendo y toda la gente decía corran, corran que nos estamos quemando", recuerda aún impactado.
Como no pasaba el calor, creía que se estaba quemando, que era el fin del mundo y que nadie se iba salvar.
Óscar y todos los habitantes de unas 20 viviendas que conforman la vereda El Volcán, del corregimiento de Santa Fe de Las Platas solo piensan en la reubicación, porque temen una erupción más furiosa de ese vecino que en varias oportunidades les ha lanzado advertencias
Pero hasta ahora ninguna autoridad les da razón de una posible reubicación. Solo recuerdan la promesa que el anterior alcalde les hizo, de regalarles un terreno, pero que nunca cumplió.
Y los expertos tampoco les dan la tranquilidad de que el volcán no les hará daño.
Por su parte, el secretario de Gobierno de Arboletes, Esteban Rebolledo, aclaró que el volcán que hizo erupción no es el que está ubicado a un kilómetro del casco urbano sino uno que está a 45 kilómetros, en la vereda El Volcán, de este municipio.
Fuente: http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/V/volcan_aulla_como_un_lobo/volcan_aulla_como_un_lobo.asp?CodSeccion=211