El tener una sede del Instituto Nacional de Medicina Legal obliga a este municipio del Bajo Cauca antioqueño a recibir los cuerpos que genera la ola de violencia que azota a la subregión.
A Caucasia, el ser capital del Bajo Cauca antioqueño ahora no le significa un honor, como en el pasado, sino que se está convirtiendo en una carga.
La razón es que le llegan la mayoría de los muertos de la ola de violencia que aqueja a la subregión, conformada por cinco municipios más, por tener sede del Instituto Nacional de Medicina Legal. Por añadidura, a la Alcaldía le toca enterrar a los que no tengan doliente.
"Tenemos un problema de violencia que hay en todo el país, y en otros municipios y cuando hay combates nos toca enterrarlos también. Eso nos está costando un ojo de la cara", cuenta el secretario de Gobierno, Gustavo Ardila.
Dichos gastos salían de un presupuesto de 30 millones de pesos que manejaba Ardila para atender los entierros, pero que ya se agotaron con los 143 muertos que van registrados en lo corrido del año, según reveló el gobernador de Antioquia, Luis Alfredo Ramos.
Aunque la cifra significa una reducción de casi el 28 por ciento, sigue siendo demasiado ya que por lo menos 80 de los sepelios salieron de las arcas de la localidad.
El bolsillo municipal sufrió el último roto con los guerrilleros del Eln abatidos por el Ejército el 22 de agosto en un bombardeo, en la vereda Cacerí, en límites con El Bagre. Oficialmente se habló de 14, pero a Caucasia llegaron 8 cuerpos.
La molestia no es sólo para el fisco, pues antes no era sino sacar del fondo, pero con él vacío, toca pensar, en cada caso, de dónde apropiar cerca de 650 mil pesos que cuesta el féretro y demás elementos que se utilizan en la ceremonia fúnebre más sencilla.
Ese trámite de apropiación presupuestal de emergencia puede durar de cuatro a cinco días, tiempo en que los vecinos del cementerio del barrio Pueblo Nuevo, donde queda la morgue, deben aguantarse los hedores.
Una bandada de gallinazos se mantienen al acecho en una palmera y un laurel, que son los árboles más cercanos al la morgue. Tampoco dan tregua las moscas y los gusanos que emergen de los cuerpos que normalmente -según relata Moreno-- reposan hasta más de una semana al aire libre o dentro de cuatro paredes con techo roto.
El otro mal olor que agobia a los caucasianos es el de la pólvora, pues a septiembre, han ocurrido alrededor de 60 atentados con granadas y explosivos en la lucha de las bandas criminales por controlar las áreas de cultivo de coca y las rutas para el tráfico.
Si bien el número de víctimas alcanza tres muertos y unos 20 heridos, cada explosión que se escucha les crispa los nervios a los lugareños.
Fuente: http://www.eltiempo.com/colombia/antioquia/muertos-por-violencia-en-caucasia-bajo-cauca-antioqueno_7902966-1