Pocas manecillas pesan tanto como las de este reloj. Hace dos meses, las noticias del nuevo coronavirus llegaban desde China como una preocupación distante y ajena. Hoy –casi un mes después de que se registrara el primer caso en el país– 1.406 personas están contagiadas (150 en el departamento), 32 han fallecido y 157 están requiriendo algún tipo de atención hospitalaria, según el Instituto Nacional de Salud (INS).
Las estimaciones la misma entidad indican que estas cifras continuarán en aumento durante las próximas semanas y es posible que cada vez más personas necesiten hospitalización, pero los médicos y los equipos no son infinitos. Y allí, en esas limitaciones está el quiebre para el sistema de salud.
Según las experiencias de otros países sabemos que, del total de contagiados, un 80 % tendrá síntomas leves y podrá recuperarse en casa; un 15 % requerirá hospitalización básica, y el restante 5 % tendrá que recibir asistencia respiratoria en una unidad de cuidados intensivos (UCI), como lo explicó Luis Gonzalo Morales, gerente del equipo técnico encargado de atender la pandemia en Antioquia.
Este 20% que requerirá atención hospitalaria no puede ser mayor que el número de camas disponibles: en tal escenario el coronavirus cobra vidas masivamente. Por eso, las autoridades se concentran en incrementar, tan rápido como sea posible, la capacidad hospitalaria del departamento (ver recuadro).
En palabras de Andrés Aguirre, director del Hospital Pablo Tobón y presidente de la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas (Achc), “tratamos de subsanar, en pocas semanas, deudas acumuladas durante años con el sistema de salud”.
¿Cómo está el panorama?
Según la Achc, el 49% de las camas de UCI del país se concentra en Bogotá, luego Valle del Cauca, Atlántico y Antioquia. Y aunque esta última es la cuarta región con más camas UCI, también es la que más población tiene, después de Bogotá: 5.957.788 (Dane, 2018). La asociación indica que mientras la tasa nacional es de 1,6 camas UCI por cada 10.000 habitantes, Antioquia registra 1,1, ocupando el puesto 19 en el país (ver gráfico).
Además durante la emergencia, indicó Aguirre, el departamento deberá suplir las necesidades de Chocó y Córdoba, “que no tienen prácticamente capacidad de alta complejidad”.
Según datos de la Gobernación, Antioquia tiene 7.173 camas de hospitalización general, incluidas las de adultos, pediátricas y neonatales. De estas hay disponibles 2.100 para atender la pandemia.
En cuanto a las UCI, el departamento dispone de 567 camas, de las cuales 502 son para adultos y 75 para pediatría. De estas, 128 están listas para atender pacientes con covid-19 en los Hospitales Pablo Tobón Uribe, IPS Universitaria (antigua León XIII), y San Vicente de Paúl de Medellín y Rionegro.
Lupa en las subregiones
Hacía un par de días el Presidente del país anunció la cuarentena nacional, y el paisaje en un municipio del norte de Antioquia no lo reflejaba: de un lado para otro, como quien disfruta unas vacaciones, se paseaban las familias del pueblo y los visitantes llegados de Medellín.
Una llamada al hospital prendió las alertas: “estoy muy mal, estoy ahogada”, decía la mujer de 72 años desde el otro lado de la línea. No tenía un nexo epidemiológico claro, así que uno de los médicos fue a verla a su casa, protegido apenas con un tapaboca de tela y un par de guantes. Primer diagnóstico: neumonía.
Salieron con ella para el hospital. El médico que la recibió allí se puso gorro y bata de cirugía, unos guantes y un tapabocas N-95: todas medidas improvisadas. Y así le sacaron una radiografía, le aplicaron medidas de oxigenación y, como se complicó, la indujeron a estado de coma y la trasladaron a Medellín.
“Aún no entendemos por qué”, narró uno de los médicos del hospital, “pero, en la ambulancia, a la paciente le pusieron el traje de seguridad que era para el médico y él, al igual que la auxiliar de enfermería, utilizaron trajes improvisados para protegerse del posible virus”.
Era un traslado primario, según el cual, la paciente debía ser llevada al primer al hospital de tercer nivel que hubiera en el camino. Sin embargo, alcanzaron a tocar las puertas de tres instituciones en el Valle de Aburrá antes de que la recibieran en el Hospital Pablo Tobón Uribe.
Como en el resto del país, en Antioquia impera un modelo centralista en el cual las capitales se fortalecen y la periferia se debilita, explicó Luis Alberto Martínez, director de la Asociación de Empresas Sociales del Estado de Antioquia (Aesa). “El sistema se ha supeditado a las lógicas del mercado: en algunos lugares se han cerrado servicios que, siendo necesarios, no son tan rentables; y se instalan los de alta complejidad solo allí donde hay mayor demanda”, indicó.
En efecto, el Valle de Aburrá concentra el 77 % de las camas de hospitalización general para adultos del departamento, y el 85,2 % de las camas en UCI para adultos, según la Gobernación. En el resto de regiones, hay UCI solo en hospitales y clínicas privadas que han habilitado este servicio: Oriente, Urabá y Bajo Cauca (ver gráfico).
“Pero en más del 80 % de los municipios, el hospital público es el único prestador de servicios de salud”, enfatizó Germán Reyes, presidente de la Asociación Médica Sindical de Antioquia Asmedas.
Entonces, ¿cuál es la solución en los hospitales públicos regionales? Pues bien, varios de ellos planean crear zonas de aislamiento para pacientes con síntomas moderados habilitando salas de cirugías, auditorios y canchas. Los casos más graves se trasladarán al Aburrá. Para esta tarea, subregiones sin UCI alistan sus ambulancias básicas y medicalizadas: Occidente (5), Suroeste (2), Magdalena Medio (3), Nordeste (4) y Norte (5).
“Los tiempos de traslado son impredecibles”, expresó Carlos Orrego, director del Hospital César Uribe Piedrahita en Puerto Berrío. “Un usuario que necesita UCI suele esperar hasta 26 horas mientras conseguimos cupo en Medellín o Bucaramanga. Cuando no solucionan, salimos con él a ver dónde lo reciben”. Por eso, además de incrementar ambulancias, “hay que pensar en mejorar la coordinación para agilizar los procesos de traslado. Esto será clave”, agregó Aguirre.
Quienes estén en camas de UCI por el virus, explicó Aguirre, son los más vulnerables y posiblemente presentarán hipertensión, diabetes o problemas renales. Necesitan continuar junto a profesionales que puedan atenderlos. “¿Pero dónde están esos profesionales de las nuevas UCI? El programa de expansión será, en síntesis, como tener más aviones, pero ¿y los pilotos?”.
El recurso más valioso
De un día para otro podemos habilitar un edificio viejo y desocupado, expresó Morales. “¿Pero de dónde sacamos a un médico que se demora siete años en formarse?”. El gerente reconoció que ese es ahora el principal desafío para ampliar la capacidad: redistribuir internamente al personal de salud, ya que “no será fácil encontrar nuevos médicos y enfermeras de un día para otro”.
Así se refirió a una problemática evidenciada por el observatorio Así Vamos en Salud (AVS) en su último foro anual. En el informe, según cifras del Registro Único de Talento Humano en Salud (Rethus), la entidad mostró cómo en el país están desapareciendo algunos perfiles en salud, como el médico general y los profesionales de enfermería. Antioquia ocupa el puesto 29 en cifra de médicos y enfermeras por cada 10.000 habitantes. (Ver gráfico y recuadro).
Este déficit se agudiza en tiempos de pandemia, cuando médicos generales, enfermeras, auxiliares de enfermería y médicos de familia constituyen la primera línea de atención, como lo explicó Mariángela Chávez, coordinadora de políticas públicas de AVS.
Justo en esta primera línea trabajarán los hospitales públicos de las regiones, ya que atenderán pacientes con síntomas moderados de infección respiratoria y posibilidades de ser traslados a UCI.
Datos procesados también por AVS, mostraron que, en 2018, más de 30 municipios de Antioquia no contaron con ningún médico general, y 63 tuvieron entre uno y tres de estos profesionales.
Nutrir el sistema en la periferia, sin embargo, no consiste solo en incrementar profesionales. Chávez explicó que una de las acciones más importantes es identificar las necesidades específicas de cada territorio y actuar con base en ellas. “En esta emergencia cobran importancia los médicos familiares que se encargarían de brindar atención domiciliaria”.
La clave, por ahora, es el aislamiento. Y eso han entendido, también, los habitantes del municipio de nuestra historia. Después del traslado de la mujer con neumonía a Medellín, los médicos que tuvieron contacto con ella debieron aislarse durante 14 días, y todo el pueblo lo supo. Al final, el resultado de las pruebas fue negativo para coronavirus, pero la experiencia sirvió para agilizar la consolidación de protocolos y adquirir mejores implementos de seguridad. Las calles, por fortuna, también están ahora vacías.
Fuente: https://bit.ly/39P8UYZ